El Cerrejón es la operación de minería de carbón de exportación abierto más grande del mundo. Localizada en la península y departamento de La Guajira, al noreste de Colombia y de Suramérica.
La capacidad actual de producción de carbón se estima en 27.5 millones de toneladas métricas por año.
Debido a su calidad competitiva y productiva se ha convertido en uno de los proveedores mayoritarios del mercado internacional, consolidándose así como: "Operación de Clase Mundial" que trae consigo progreso, bienestar, y un buen posicionamiento de Colombia a nivel internacional.
La mina del Cerrejón es una de las minas a cielo abierto más grandes del mundo, produce anualmente 32 millones de toneladas de carbón, lo cual representa el 50% de las exportaciones carboníferas colombianas, que a su vez son el 30% de las exportaciones tradicionales del país. La producción del Cerrejón constituye el 55% del PIB de la Guajira, y de su actividad las entidades territoriales y nacionales reciben miles de millones de pesos anuales por conceptos de impuestos y regalías. No obstante la magnitud de estas cifras, resultante de la exploración de 69.000 hectáreas de suelo guajiro, el 70% de su población vive en pobreza y el 30% en pobreza extrema, cifras solo superadas por Chocó y Vichada [1] . Lo anterior es consecuencia de precarios resultados en cobertura de salud, educación y saneamiento básico, reforzados por grandes deficiencias institucionales y políticas [2]. Estos hechos se enmarcan muy bien dentro de los debates de política económica que ha planteado el nuevo gobierno: El manejo del boom minero-energético, la reforma de las regalías, la erradicación de la pobreza, los lineamientos para la reconstrucción del país. Adicionalmente, los contrastes en la economía guajira son otro ejemplo que demuestran que la inversión y el crecimiento per se no son generadores de bienestar, y que en el campo de la política pública hay mucho que se ha debido hacer desde hace tiempo.
En El Capital El enclave minero del Cerrejón comenzó su actividad hace 25 años, cuando el carbón solo representaba el 5% de las exportaciones. Hoy en día este está a cargo de tres trasnacionales, BHP Billiton, Anglo American y Xstrata, y se constituye como el exportador privado más grande del país. El proceso de extracción del carbón está demarcado por la naturaleza misma del suelo, el carbón se intercala con capas de suelo vegetal que se perfora, vuela, remueve y conserva para su posterior rehabilitación. Este proceso minero es intensivo en capital en un 90%, y en él interviene maquinaria pesada de última tecnología. El Cerrejón cuenta con 200 volquetas que pueden llegar a ser tan altas como un edificio de 5 pisos, cuyas llantas tienen 2 metros de diámetro, cada una de las seis cuesta $60 millones y debe ser reemplazada cada 8 meses. Durante el proceso de transporte, una flota de tanqueros riega las vías con 17.000 metros cúbicos de agua por día, para evitar el levantamiento de polvo. Posteriormente, el carbón es transportado por un ferrocarril de 150 km hasta Puerto Bolívar, y diariamente se despachan en promedio 7 trenes de 130 vagones.
Las anteriores cifras demuestran la magnitud de esta actividad en todas sus facetas, y ayudan a entender el gran potencial que tiene el Cerrejón dentro de la economía guajira y colombiana, en especial durante los últimos años, cuando la demanda y precios mundiales del carbón han aumentado significativamente y se prevé que continúen haciéndolo. Esta coyuntura ha beneficiado de modo importante a la compañía, dejándole una utilidad operacional de casi el 40%. Adicional a esto, la empresa ha sido beneficiaria de descuentos tributarios [3]; en general, el sector minero representa el 33% del costo fiscal por la deducción de inversiones y el 46% de los descuentos tributarios, lo cual ha sido motivo de debate en el gobierno.
Ante este panorama, es interesante considerar cuáles han sido los efectos, eslabonamientos y externalidades positivas y negativas que ha generado la actividad minera del Cerrejón en La Guajira. En cuanto a las ventajas que ésta ha traído consigo están la atracción de inversión extranjera, el pago de regalías e impuestos, la transferencia de tecnología y conocimiento, el desarrollo de servicios en la región, eslabonamientos, empleo, desarrollo de fondos y cooperativas de trabajadores, entre otros [4]. No obstante lo anterior, existen varios aspectos que ponen en tela de juicio el verdadero alcance de dichos beneficios sobre el bienestar de la población y el desarrollo del departamento.
En primer lugar, este cuantioso negocio genera 10.000 empleos, de los cuales solo 4.700 son directos, mientras que empresas como Nacional de Chocolates emplea a más de 22.600 personas. Además, se ha criticado al Cerrejón por generar insuficiente participación nativa en la fuerza laboral; según el informe del Balance Social 2002, el 55% del total de los empleados son guajiros, pero a pesar de que casi la mitad de la población del departamento es indígena, se calcula que solo el 1% de los trabajadores lo son. También se ha argumentado que si bien la explotación minera genera eslabonamientos, estos son escasos. Por ejemplo, solo el 10% de las compras y contratos que ejecuta el proyecto anualmente tienen lugar en el país, y solo el 1% en La Guajira.
En cuanto a los efectos ambientales, es importante resaltar el hecho que la compañía ha desarrollado múltiples programas de investigación e inversión en desarrollo sostenible que incluso le han merecido premios internacionales. En la página web de la compañía están enumerados detalladamente varios de ellos[5]. La gestión ambiental incluye programas de preservación y medición del aire, agua, suelos, bosques y fauna, el mejoramiento de los procesos mineros, la difusión de conciencia ambiental y proyectos bilaterales con entidades ambientales regionales y nacionales. Igualmente existe el programa de rehabilitación de tierras, que restablece en buena parte las condiciones originales de los ecosistemas intervenidos.
Pese a lo anterior, aún existen serios problemas ambientales, como la emisión de gases, desplazamiento de flora y fauna, ruido, y el uso del agua con sus efectos sobre el ciclo hídrico del río Ranchería. Si bien la empresa argumenta que los más de 6 millones de metros cúbicos anuales que se usan se obtienen principalmente de lluvias, es claro que La Guajira es un departamento desértico, y el agua un recurso escaso, y, como lo dijo el escritor Eduardo Caballero en los años 40’s, “El primer problema de la Guajira es la sed, me dijeron en todas partes”.
Análogamente, existen efectos sobre las comunidades indígenas, que aunque han sido compensadas monetariamente, han sido desplazadas de sus tierras. Es claro que este tipo de compensación no es suficiente para mitigar los efectos del desplazamiento sobre las culturas y tradiciones de las comunidades indígenas como la wayuu, una tribu que luchó por no dejarse conquistar por los españoles, y que aún hoy lucha por conservar sus tierras y sus costumbres, como es el caso de la población de El Tabaco. Si bien existe el PAICI (Plan de Ayuda Integral para la Comunidad Indígena) la inversión de éste, desde 1982 hasta el 2002 ha sido cercana a $5 millones de dólares, lo cual representa la producción de carbón de dos días y medio. Adicional a este programa está el Sistema de Fundaciones del Cerrejón, que en el 2009 invirtió cerca de $10 millones de dólares en programas sociales en beneficio de la región, ganando el Premio Nacional de Responsabilidad Social.
Por otro lado, es indiscutible que el Cerrejón ha generado crecimiento económico en la región en los 25 años de su actividad. En este periodo, el PIB per cápita pasó de ser el 63% del PIB nacional al 108%, sin embargo, si se excluye de este la actividad minera, el ingreso per cápita es hoy en día solo el 52% del nacional y el 23% de de Bogotá.
Actualmente, el debate más grande entorno al Cerrejón y las condiciones sociales de La Guajira ha sido el manejo y los resultados de los billones de pesos que El Cerrejón paga por concepto de regalías [9]. En los últimos 25 años, la compañía ha pagado $1461 millones de dólares en regalías [10]. A pesar de esto, la inversión social en el departamento de La Guajira es la tercera menor del país. Esta preocupante cifra va en franca contradicción con los billonarios montos que recibe el departamento, ya que La Guajira es el tercer generador de regalías en Colombia, luego de Arauca y Meta. Lo anterior se ve por supuesto reflejado en los indicadores sociales de la Guajira, los cuales, como se evidencia en la tabla, distan de los niveles mínimos de cubrimiento de los servicios básicos que deben alcanzar los municipios receptores de regalías, estipuladas en el Decreto 1747 de 1995. Adicionalmente, en el municipio de Uribía, uno de los tres que más reciben regalías, las cifras son tan insólitas, que el NBI es cercano al 100%, y el acceso a alcantarillado y agua potable es menor al 4%. Por su parte, en Riohacha la tasa de mortalidad infantil es tres veces mayor que la nacional.
En cuanto a las mediciones unidimensionales de la pobreza, cerca del 70% de la población Guajira vive por debajo de la línea de pobreza, y el 31% de la de pobreza extrema, mientras que las cifras a nivel nacional son del 46% y 16% respectivamente. Y lo más preocupante es que estas cifras se han mantenido constantes en la última década, pese al notable crecimiento de la industria carbonífera. Recientemente, el presidente de la multinacional señaló que en el campo de las regalías “el problema no es la falta de plata”, sino el uso que se le da a ésta, y argumenta que la mitad del dinero que otorga la empresa a regalías se pierde entre corrupción y mala inversión.
Relacionado a lo anterior, en un papel para el Banco de la República, Adolfo Meisel argumenta que “la magnitud del rezago económico guajiro al comienzo de la bonanza minera era tan grande, que incluso si las regalías de carbón y gas, que también son importantes, se hubieran invertido con cero ineficiencia y corrupción, este departamento habría continuado siendo uno de los más pobres del país”[11]. Este autor hace un cálculo en el que reparte el monto devengado por regalías entre el total de la población, y concluye que el PIB per cápita solo aumenta en 6 pp. Sin embargo, este proceso deja a un lado las consideraciones multidimensionales y más profundas de la pobreza. Es imperativo reconocer que esos billones de pesos que se han recibido por concepto de regalías han tenido un enorme potencial desperdiciado para mejorar las condiciones sociales de La Guajira, en aspectos tan elementales como provisión de bienes públicos e infraestructura, que con toda seguridad hubiesen podido beneficiar a gran parte del 70% de los guajiros que viven hoy en la pobreza.
En este marco, se resalta la necesidad de vincular grandes empresas como El Cerrejón con planes de capacitación y formación profesional, que a la vez aumente la participación laboral y productiva de las regiones, y sobre todo la imperativa necesidad de despolitizar el manejo institucional de las autoridades involucradas en el monitoreo de los proyectos y el manejo de las regalías. Esto cobra más importancia cuando se tiene en cuenta que las reservas de carbón de El Cerrejón están estimadas en 100 años.
Los anteriores argumentos muestran la necesidad de revaluar el papel de los grandes proyectos productivos en los departamentos del país. Igualmente, resaltan la importancia del debate y las reformas actuales entorno a cómo manejar la bonanza minero-energética en pro del bienestar de los colombianos, un tema que debe ser considerado central para todos, en especial para los economistas.
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